Siempre me encantó vestirme con ropa de ejercicio. No solo por cómo se ve, sino porque me recuerda que tengo que moverme, que puedo activarme en un parque, en la calle o desde donde esté. Ponerme esa ropa es mi manera de decirle al cuerpo: vamos a empezar.

Pero también me frustraba. La ropa que me gustaba solía ser muy pasajera: de esas que están de moda un momento y luego desaparecen. Cuando por fin podía acceder a algo, ya no se usaba. Sentía que nada realmente me representaba.

Y más allá de lo superficial, estaba mi historia.
Siempre fui delgada, y crecí escuchando opiniones ajenas sobre cómo debía verme, qué ponerme, cómo debía “ser” para encajar. Fui víctima de bullying. Y durante mucho tiempo traté de moldearme a las expectativas de otros. Hasta que un día, después de sanación profunda, entendí que no tengo por qué tener las piernas de una revista, ni el cuerpo de una artista para sentirme poderosa.
Yo soy yo. Y eso basta.

Así nació Banu.
Una marca para recordarte que podés ser tu mejor versión, pero desde el amor propio, no desde la exigencia.
Una marca para quienes quieren moverse, pero también sanar.
Para quienes quieren ropa cómoda, duradera, elegante… y cercana.
Que no apriete. Que no pase de moda. Que no te diga cómo debes ser, sino que te acompañe tal como eres.

He puesto el alma en cada detalle: desde la tela hasta el diseño, con el compromiso de hacer las cosas bien, sin apurar mi proceso ni el tuyo. Por eso, soy la imagen de mi marca. Porque Banu se parece a mí: es esa persona que se ve bien, huele bien, te motiva, te abraza cuando estás mal y celebra contigo en cada logro. Una amiga vitamina.

Esto es Banu
Creemos en tu proceso.
Inspiramos tu meta.